Tener el «derecho» de entrar en la vida de los demás, ocupar un plano que en verdad no te pertenece. Si estás débil emocionalmente o simplemente más sensible y con los sentimientos a flor de piel, puede ser peligroso. Te pone en una tesitura complicada de gestionar con templanza.
Sin querer quieres controlar lo que no depende de ti. Te ocupas de cosas que no te corresponden. Hasta que te paras, reflexionas y te preguntas “¿Qué necesidad hay?, ¿Qué bien me hace?”.
Es mejor aceptar, dejar fluir e ir, y no forzar ni condicionar nada…
Siento que lo más práctico, sensato y justo contigo mismo es alejarte de esos inputs que de manera natural no tendrías. Lo que implica también alejarte de la necesidad de aceptación constante, esa que desvirtúa todos los momentos especiales y de intimidad. Parece que no podemos disfrutar realmente de un buen plan hasta que no lo hacemos saber a nuestra audiencia. E inevitablemente no disfrutamos menos si su feedback no es tan positivo como esperábamos. Gente a la que mayormente lo le importamos pero a la que priorizamos su opinión. ¡Cuánto tiempo perdido! Principalmente por eso trato de desentenderme; tarea a a veces complicada pero trabajo en ello… Mi vida es esta, aquí y ahora. Todo lo demás muchas veces enturbia, te aleja. Seámonos más honestos y atentos con nuestro presente; lo único que poseemos.